A finales del año pasado, decenas de indocumentados en cárceles de Nueva Jersey dejaron de comer para protestar por las difíciles condiciones carcelarias: maltratos, burlas, amenazas de deportación, aislamientos prolongados en pequeñas celdas y la amenaza de contagio del COVID-19. Estas son algunas de sus historias.

 

“Es una experiencia inhumana. Abusan de las personas, violan tus derechos, te maltratan física y psicológicamente (…) es como coger una botella y meterla en una gaveta. Así hacen con esas personas ahí. Cuando la gente sale tiene problemas psicológicos. Hay gente que trata de suicidarse. A uno lo tratan muy mal…lo tiran en una celda donde hay orines, a veces no hay agua, está sucio, hay gente que toma agua de los toilets. Esos lugares son un infierno en la tierra”.

Así describe un inmigrante hondureño, a quien llamaremos Luis para proteger su identidad, el año que estuvo detenido bajo custodia del Servicio de Inmigración (ICE) en cárceles de Nueva Jersey y Nueva York. Salió libre a inicios de febrero, luego de permanecer en huelga de hambre por más de un mes junto a otros inmigrantes indocumentados.

Luis, de 30 años y originario de Santa Cruz de Yojoa, en el departamento de Cortés, Honduras, llegó sin papeles a Estados Unidos en 2006. Tiene dos hijos, de tres y ocho años, y trabaja en construcción marina desde 2012. Tiene un proceso de asilo pendiente, pero un incidente de violencia doméstica lo llevó a prisión en septiembre de 2019. Cuando salió libre, seis meses después, agentes de ICE lo estaban esperando para llevarlo al centro correccional del condado de Essex en Newark, Nueva Jersey.

 

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