Trump no construyó su muro fronterizo con acero. Lo construyó con papel.

A mediados de su primer año en el cargo, el presidente Trump aprobó un proyecto de ley tan radicalmente anti-inmigrante, que incluso la mayoría de los republicanos del Senado no pudieron soportarlo.

Trump afirmó que el proyecto de ley crearía un “sistema de inmigración basado en el mérito para protege a trabajadores y contribuyentes estadounidenses”. La medida habría reemplazado el sistema actual centrado en el empleador y la familia del país con un programa basado en puntos, otorgando puntos a los inmigrantes por criterios como la edad y los “logros extraordinarios”, aunque los únicos dos logros que daban puntos fueron los premios Nobel y Medallas olimpicas.

Pero el debate en torno al “mérito” ayudó a disfrazar lo que habría sido el efecto más importante del proyecto de ley: reducir a la mitad los niveles de inmigración legal. Incluso para los leales a Trump, esto estaba más allá de los límites . El proyecto de ley no llegó a ninguna parte y, varios meses después, el Senado votó 60 a 39 en contra de una propuesta similar.

Resulta que, después de todo, el presidente no necesitaba al Congreso. Sin siquiera firmar una sola ley de inmigración o completar su famoso muro, Trump cortó el flujo de extranjeros por orden ejecutiva.

Este año fiscal, Estados Unidos está en camino de admitir la mitad del número de inmigrantes legales que recibió en 2016. Esto reduciría los niveles de inmigración legal a niveles de 1987, cuando la población estadounidense era una cuarta parte más pequeña, más joven y menos necesitada de inmigrantes en edad laboral.

Si este hito ha pasado casi desapercibido, es por diseño. Se ha logrado a través de decisiones burocráticas que suenan aburridas y de puerta trasera. Aunque muchas de ellas son de pequeño calibre y esotéricas, colectivaemente han paralizado el sistema de inmigración legal y sofocado el flujo de recién llegados a EE.UU.

A través de cientos de cambios administrativos, la maquinaria del sistema de inmigración estadounidense se ha vuelto aún más lenta, más cruel y más absurda de lo que era antes.

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