Mientras los candidatos a la presidencia y vicepresidencia se centran en la pandemia y la economía, activistas dicen que es un error no hablar de la reforma migratoria y del futuro de los 11 millones de indocumentados, pues advierten que se trata de un silencio estratégico ya que el gobierno continúa imponiendo la política de ‘tolerancia cero’ todos los días.
Los inmigrantes indocumentados no saben con certeza qué sucederá con ellos después de la elección del 3 de noviembre, cuando los estadounidenses acudan a las urnas a elegir al presidente de Estados Unidos entre el actual mandatario, el republicano Donald Trump, y el exvicepresidente demócrata Joe Biden.
El primero ha insistido en la aplicación de un plan migratorio con un fuerte componente de seguridad nacional, enmarcado en su política de ‘tolerancia cero’ y basado en un cuestionado sistema de méritos.
Si bien en sus primeros cuatro años en la Casa Blanca no ha contado con el respaldo del Congreso, a pesar de que en el primer medio término los republicanos controlaron ambas cámaras del legislativo, Trump ha modificado buena parte del sistema migratorio a golpe de memorandos y acciones ejecutivas, pero quiere más restricciones para seguir complaciendo a sus electores.
Biden, en cambio, ha prometido deshacer lo actuado por Trump y discutir una reforma migratoria que el expresidente Barack Obama dejó inconclusa, en medio de un legado histórico de deportaciones que los inmigrantes indocumentados no olvidan.
Por el momento el tema ha desaparecido de ambas agendas y en los debates, tanto en el primero entre Trump y Biden, como en el segundo celebrado el miércoles en Utah, entre los candidatos a la vicepresidencia Mike Pence y Kamala Harris, en donde la reforma migratoria brilló por su ausencia.
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