Existen sólidos argumentos económicos para garantizar que Estados Unidos siga siendo una nación con inmigración.

La inmigración sigue siendo un tema tan político como siempre en este año electoral y uno podría pensar que la restricción está a la orden del día. Pero eso estaría mal. Estados Unidos es tanto una nación de inmigrantes como siempre y existen fuertes argumentos económicos para que siga siéndolo.

Los nacidos en el extranjero son el 13.5% de la población estadounidense, según los últimos datos del censo. Esa es la proporción más alta en 110 años, cuando millones de europeos estaban atendiendo la invitación de Emma Lazarus, grabada en la base de la Estatua de la Libertad en 1906: “Dame tus cansados, tus pobres, tus masas apiñadas que anhelan respirar libremente”.

Pero ese “apiñar de masas” está un poco desactualizado. Todavía hay muchos luchadores pobres que buscan oportunidades y mayor libertad, pero también muchos magos tecnológicos bien pagados que trabajan en vecindarios ricos como Silicon Valley.

De hecho, en una era de globalización, el número de directores ejecutivos nacidos en el extranjero ha ido en aumento. Una encuesta de 2017 realizada por Boardroom Insider contó un 11.6% de directores ejecutivos de Fortune 500 que nacieron en el extranjero. Entre ellos se encontraban Sundar Pichai de Google y Satya Nadella de Microsoft, ambos de India.

Los demócratas llaman al presidente Donald Trump un xenófobo, y su muro fronterizo y su retórica de “Estados Unidos primero” a menudo han provocado esa acusación. Pero como ex empresario con participaciones globales, probablemente tenga la experiencia más internacional de todos los presidentes que hemos tenido. La actual prohibición de viajar por la pandemia distorsiona los datos, pero las cifras anteriores sugieren que no ha causado mucho daño real a la inmigración.

Quizás más que nunca, la salud económica de los Estados Unidos depende de las habilidades productivas y los talentos de hombres y mujeres nacidos en otros lugares. La tasa de fertilidad en los EE. UU. se encuentra en un mínimo histórico, ya que los jóvenes optan por renunciar o posponer el matrimonio u optar por familias pequeñas. En el otro extremo del ciclo de vida, los baby boomers se están jubilando en gran número, saliendo de la reserva laboral.

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