Harris has sido criticada pues no debe ocuparse de la frontera, sino de buscar soluciones más profundas en los países centroamericanos de donde huye la mayoría de los migrantes como: El Salvador, Guatemala y Honduras.
La tarea de resolver el problema migratorio en la frontera de Estados Unidos y México es un difícil desafío para la vicepresidenta, Kamala Harris, pero también una oportunidad de alto perfil para escapar de la frustración de ser la número dos de la Casa Blanca.
El viernes, fue Harris, y no el presidente Joe Biden, quien mantuvo una reunión virtual con Andrés Manuel López Obrador. “Agradecemos al presidente Biden que la haya nombrado para dirigir todo lo relacionado con la migración”, dijo López Obrador.
A principios de junio, será Harris quien realice una visita oficial a México y Guatemala, probablemente adelantándose por una semana al primer viaje de Biden al extranjero a Europa.
Pocos temas tienen una historia tan larga y espinosa tanto para demócratas como republicanos como el tema de la inmigración y el asilo en los más de 3 mil kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México.
Pero bajo el mandato del ex presidente Donald Trump, el problema se tornó aún más álgido, pues construyó gran parte de sus promesas electorales sobre la demonización de los inmigrantes indocumentados y la necesidad de un nuevo y fortalecido muro fronterizo.
Biden, que prometió una política migratoria más “humana”, se encontró en un dilema cuando los cruces ilegales en la frontera aumentaron desde el inicio de su gobierno, y decidió que Harris era la figura de peso para encontrar una respuesta. “Cuando ella habla, habla por mí”, dijo el presidente el 24 de marzo.

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