Durante casi 17 meses, el gobierno de Trump intentó deportar a la mujer salvadoreña y a su hija. Es posible que al final lo haga el gobierno de Biden.
Las dos están en un centro de detención familiar en la remota localidad de Dilley, Texas, y han estado varias veces a punto de ser expulsadas. El viernes antes de Navidad fueron conducidas en auto al aeropuerto de San Antonio y las subieron a un avión, sólo para bajar cuando abogados que trabajan para grupos de defensa de los inmigrantes presentaron nuevas apelaciones.
“Tengo fe en Dios y en el nuevo presidente que ha asumido el cargo, en que nos darán una oportunidad”, dijo la madre, que utiliza el apodo de “Barbi”. Dejó otros dos hijos en El Salvador y pidió no dar su nombre para no atraer la atención de las pandillas criminales en su país.
La hija de Barbi tenía ocho años cuando cruzaron la frontera estadounidense en agosto de 2019 y cumplirá 10 en unas pocas semanas. “No ha sido fácil”, dijo.
Es improbable que las cosas mejoren pronto.
El presidente Joe Biden se apresuró a enviar al Congreso la reforma más ambiciosa en una generación del sistema de inmigración del país y firmó nueve decretos para eliminar parte de las medidas más duras de su predecesor para reforzar la frontera entre México y Estados Unidos.
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